Se están calentando las cosas |
por Eduardo Morán C.
7 Marzo 2015 - Lo dicho por González Iñarritu en la entrega del Oscar “ruego porque los mexicanos podamos encontrar y construir el gobierno que merecemos” me parece un contrasentido. Si los azuetenses no somos capaces de construir los gobiernos que merecemos, entonces ¿por qué merecemos lo que no construimos?
¿Qué impidió a Campos, Blanco, Bravo y Fernández darnos los gobiernos que merecemos? ¿Acaso conformaron sus administraciones con ciudadanos foráneos? ¿Que los militantes de los partidos políticos que los eligieron radican en otros municipios? ¿Que no son azuetenses los cientos de funcionarios que después de su gestión, muestran residencias, terrenos, coches y demás bienes imposibles de adquirir con los sueldos que recibieron? ¿Qué ha impedido a los “mejores hombres” de nuestros partidos políticos locales, rendir cuentas claras, detalladas y oportunas sobre los 4 mil millones de pesos que han administrado?
Es de agradecerse que el cineasta ruegue por los mexicanos, pero ante las evidencias creo que no son oraciones lo que necesitamos para encontrar y construir los gobiernos que merecemos. Me parece que sería mucho más efectivo, por ejemplo, que don Eric nos explicara de dónde obtuvo los recursos para realizar la espectacular remodelación que muestra su casa y el condominio adjunto, por mencionar solo lo que está a la vista. Conociendo la cantidad e intereses de las descalificaciones que suben a las redes sociales grupos como “Amigos Primx”, sobre quienes nos “atrevemos” a cuestionar algo tan enigmático, dejo perfectamente claro que en ningún momento estoy acusando de corrupto al ahora candidato del PRI a diputado federal, simplemente, al igual que el ganador del Oscar, ruego para que nos ilustre como podamos encontrar y construir en sólo dos años, un patrimonio similar al que ahora exhibe. ¡Ojo! A nadie acuso de ladrón, cuestiono eso sí. ¿Por qué las portentosas habilidades financieras de nuestros funcionarios, solo se ven reflejadas en su patrimonio, en el de sus familiares y en el de sus amigos, mientras nos dicen que el patrimonio municipal se deteriora, precisamente, por escasez de recursos?
En buena onda don Eric, compártanos la fórmula con la que usted y algunos de sus más cercanos amigos funcionarios, en dos años adquirieron bienes imposibles de obtener con los sueldos que han recibido del único trabajo que han desempeñado en ese periodo. ¿Compramos Melate? ¿Billetes de Lotería? o ¿Vendemos “Jafra”? como justificó el origen de sus bienes años atrás un director de Servicios Públicos. Vamos don Eric, olvídese de hacer campaña, le aseguro que los casi 90 mil electores del municipio votaríamos por usted a ojos cerrados, si nos comparte el secreto mejor guardado de la administración municipal. No sea gacho, en el próximo evento de su campaña dicte una cátedra sobre el maravilloso, infalible e instantáneo método que utilizó. Tiene que hacerlo usted o algunos de sus amigos, porque el prodigio sólo ocurre en quienes participan en los gobiernos que no encontramos ni construimos.
Dejo lo esotérico para mejor ocasión y vuelvo al tema. Creo que más aportaría para construir los gobiernos que merecemos, que el cabildo nos informara sobre las “diferentes” empresas que realizaron obra pública en esta ídem administración, incluyendo los conceptos, volúmenes y sus precios unitarios que ponernos a rezar decenas de “Padrenuestros”. De igual manera, creo que demandar hasta lograr que nuestros ayuntamientos rindan cuentas detalladas y fehacientes sobre sus gastos, nos ayudaría más a encontrar lo que merecemos que abstraernos horas rogando al Altísimo para que suceda. En fin, ojalá que aventarnos unos cientos de rosarios bastara para aclarar el rosario de dudas que tenemos sobre la permanente coincidencia que hay, entre no rendir cuentas y las fortunas que de inmediato muestran un buen número de funcionarios públicos que llegan “donde hay”.
Mientras los elementos con que construimos nuestros gobiernos, puedan considerar las demandas de sus constructores como llamadas a misa, ya podemos sentarnos a leer de cabo a rabo la Biblia, el Corán, el Talmud, el Mahabharata, el Popol Vuh o la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Guerrero, pues de esa manera jamás encontraremos ni construiremos los gobiernos que “merecemos”. Interesante forma tenemos los mexicanos de buscar y construir mejores instituciones: Ponemos la iglesia en manos de Lutero y después, cerramos los ojos y rogamos para que no la destruya.
¿Qué impidió a Campos, Blanco, Bravo y Fernández darnos los gobiernos que merecemos? ¿Acaso conformaron sus administraciones con ciudadanos foráneos? ¿Que los militantes de los partidos políticos que los eligieron radican en otros municipios? ¿Que no son azuetenses los cientos de funcionarios que después de su gestión, muestran residencias, terrenos, coches y demás bienes imposibles de adquirir con los sueldos que recibieron? ¿Qué ha impedido a los “mejores hombres” de nuestros partidos políticos locales, rendir cuentas claras, detalladas y oportunas sobre los 4 mil millones de pesos que han administrado?
Es de agradecerse que el cineasta ruegue por los mexicanos, pero ante las evidencias creo que no son oraciones lo que necesitamos para encontrar y construir los gobiernos que merecemos. Me parece que sería mucho más efectivo, por ejemplo, que don Eric nos explicara de dónde obtuvo los recursos para realizar la espectacular remodelación que muestra su casa y el condominio adjunto, por mencionar solo lo que está a la vista. Conociendo la cantidad e intereses de las descalificaciones que suben a las redes sociales grupos como “Amigos Primx”, sobre quienes nos “atrevemos” a cuestionar algo tan enigmático, dejo perfectamente claro que en ningún momento estoy acusando de corrupto al ahora candidato del PRI a diputado federal, simplemente, al igual que el ganador del Oscar, ruego para que nos ilustre como podamos encontrar y construir en sólo dos años, un patrimonio similar al que ahora exhibe. ¡Ojo! A nadie acuso de ladrón, cuestiono eso sí. ¿Por qué las portentosas habilidades financieras de nuestros funcionarios, solo se ven reflejadas en su patrimonio, en el de sus familiares y en el de sus amigos, mientras nos dicen que el patrimonio municipal se deteriora, precisamente, por escasez de recursos?
Casa de la familia del primer edil con licencia |
En buena onda don Eric, compártanos la fórmula con la que usted y algunos de sus más cercanos amigos funcionarios, en dos años adquirieron bienes imposibles de obtener con los sueldos que han recibido del único trabajo que han desempeñado en ese periodo. ¿Compramos Melate? ¿Billetes de Lotería? o ¿Vendemos “Jafra”? como justificó el origen de sus bienes años atrás un director de Servicios Públicos. Vamos don Eric, olvídese de hacer campaña, le aseguro que los casi 90 mil electores del municipio votaríamos por usted a ojos cerrados, si nos comparte el secreto mejor guardado de la administración municipal. No sea gacho, en el próximo evento de su campaña dicte una cátedra sobre el maravilloso, infalible e instantáneo método que utilizó. Tiene que hacerlo usted o algunos de sus amigos, porque el prodigio sólo ocurre en quienes participan en los gobiernos que no encontramos ni construimos.
Dejo lo esotérico para mejor ocasión y vuelvo al tema. Creo que más aportaría para construir los gobiernos que merecemos, que el cabildo nos informara sobre las “diferentes” empresas que realizaron obra pública en esta ídem administración, incluyendo los conceptos, volúmenes y sus precios unitarios que ponernos a rezar decenas de “Padrenuestros”. De igual manera, creo que demandar hasta lograr que nuestros ayuntamientos rindan cuentas detalladas y fehacientes sobre sus gastos, nos ayudaría más a encontrar lo que merecemos que abstraernos horas rogando al Altísimo para que suceda. En fin, ojalá que aventarnos unos cientos de rosarios bastara para aclarar el rosario de dudas que tenemos sobre la permanente coincidencia que hay, entre no rendir cuentas y las fortunas que de inmediato muestran un buen número de funcionarios públicos que llegan “donde hay”.
Mientras los elementos con que construimos nuestros gobiernos, puedan considerar las demandas de sus constructores como llamadas a misa, ya podemos sentarnos a leer de cabo a rabo la Biblia, el Corán, el Talmud, el Mahabharata, el Popol Vuh o la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Guerrero, pues de esa manera jamás encontraremos ni construiremos los gobiernos que “merecemos”. Interesante forma tenemos los mexicanos de buscar y construir mejores instituciones: Ponemos la iglesia en manos de Lutero y después, cerramos los ojos y rogamos para que no la destruya.
Es todo…
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