por Eduardo Morán C.
2 Febrero 2016 - Si le permitieran robarse varios millones de pesos con la certeza que no tendrá ninguna consecuencia legal para usted ¿Renunciaría a esa posibilidad? Es obvio que no, así que entonces ¿Porque nos molesta y hasta nos indigna que otros lo hagan?
Si vemos exclusivamente la molestia y desacuerdo que los Azuetenses expresan ante la evidente corrupción con que se han manejado históricamente los recursos públicos, uno pensaría que en general los ciudadanos de este municipio son característicamente honestos y procuran respetar las leyes. Por desgracia los hechos demuestran que su rechazo a la corrupción solo es de dientes pa'fuera, pues cada tres años renovamos completamente el cabildo y prácticamente a todos los funcionarios municipales de primer nivel, sin que ello acarree la mínima disminución de esta práctica.
Cabe señalar que nuestros ayuntamientos siempre han sido integrados mayoritariamente por ciudadanos comunes y corrientes, pues salvo los presidentes municipales, y a veces ni éstos, son políticos de tiempo completo. En general los regidores son opacos ciudadanos sin otro mérito que el de tener el patrocinio de un jerarca del partido que los propone, y los directores simplemente surgen de los amigos y compromisos electorales del presidente municipal en turno.
Siendo enorme la cantidad y variedad de ciudadanos que han formado parte de nuestros ayuntamientos, tenemos que concluir que la descomunal corrupción con que manejan los recursos públicos nuestros ayuntamientos, es el producto de conformar nuestras administraciones municipales con el típico ciudadano Azuetense. Ahora bien, como no tenemos de otro tipo, es una verdadera estupidez esperar que por obra y gracia del espíritu santo la corrupción disminuya. Esperar que del cielo baje una pléyade de probos funcionarios que no se roben un centavo en arca abierta, es digno de idiotas. De igual forma esperar que las instituciones encargadas de vigilar y sancionar las corruptelas lo hagan, me consta que es perder el tiempo. Por lo tanto la única salida que tenemos, digo si es que queremos disminuir el problema, es exigir la rendición detallada, fehaciente y oportuna de cuentas. Por desgracia para lograrlo, es necesario que todos hagamos un frente común, lo cual me parece que no está en el interés de la mayoría.
Hace tres años la pasada administración despotricó en contra de su anterior por lo abultado de la nómina que les dejaron y por el adeudo de 180 mdp que les heredaron, aún recuerdo a los regidores Aburto y Zabala rasgarse públicamente las vestiduras por ello, para después solapar asuntos como las listas de raya fantasmas y la compra de vehículos depreciados que hoy esta administración sacó a la palestra. El problema, como ya lo he mencionado en otras ocasiones, es que estos casos son solo la punta de iceberg ¿Qué paso con el contrato de las 13 mil lámparas LED? ¿En qué terminó el asunto de las 50 mil licencias? ¿Por qué el gasto de combustibles se duplicó de un año a otro? ¿Por qué nadie nunca informó el costo del Paseo Bicentenario o el Parque Lineal (volúmenes y precios unitarios)? ¿Por qué no sabemos que bienes inmuebles, muebles, equipo, vehículos y maquinaria entregó ABA a EFB y éste a GGB? ¿Por qué ningún ciudadano militante de alguno de los 5 partidos que integran el cabildo, exige cuentas al regidor que propuso su partido?
Si en realidad los Azuetenses queremos disminuir la corrupción, y no solo pegar de gritos cuando no somos beneficiados por ella, tenemos que empezar por aceptar que ningún gobierno en ninguna parte del mundo funciona en base a que sus funcionarios actúen espontáneamente con honestidad. Ningún ciudadano cuerdo teniendo oportunidad de enriquecerse indebida e impunemente dejará de hacerlo. Así las cosas, el grado de corrupción que se da en nuestros gobiernos federal, estatal y municipal, no está determinado por la honestidad de las personas que los integran, sí no por el grado de ocultamiento con que pueden disponer de los recursos económicos que manejan.
Si ya sabemos quiénes somos y como actuamos en un puesto de gobierno. Si hemos visto hasta la saciedad el resultado de permitir que nuestros ayuntamientos no rindan cuentas, entonces qué esperamos para exigirlas. Ésta es la única forma de evitar que cada tres años nuestros funcionarios municipales dejen de exhibir las fortunas que tanto decimos que nos indignan, pero que, como lo hemos comprobado infinidad de veces en innumerables ciudadanos comunes y corrientes, no deja ni dejará de hacerse mientras todos nos hagamos guajes con la rendición de cuentas. Simplemente esperamos turno de entrarle a la rebatinga.
“Dan vuestros funcionarios a sus libertades alas, y después de hacerlos malos los queréis hallar muy buenos. ¿Pues, para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlos cual los hacéis o hacedlos cual los buscáis”. Con el perdón de Sor Juana.
Es Todo…
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