Una vez más se han ocurrido eventos en la Sierra de Petatlán que tipifican un antiguo problema de terror, abusos y una verdad elusiva.
Recula el Ejército: operación en la sierra sí fue en La Morena
La Jornada de Guerrero - 21 de Febrero, 2010
Dice la Sedena que la incursión fue para aplicar la Ley de armas de fuego en esa zona de Petatlán
Primero informó que agresiones ocurrieron en Las Humedades; arresto de Torres Quiroz, por atacar
FRANCISCA MEZA CARRANZA
En un nuevo comunicado publicado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en su página de Internet, se confirmó que la supuesta agresión que sufrieron los militares de parte de hombres armados –acción en la que detuvieron al abuelo del ecologista Javier Torres, Anselmo Torres Quiroz– fue en las inmediaciones de La Morena, en la sierra de Petatlán, y no en Las Humedades, como se informó.
Luego de la incursión del Ejército a la sierra de Petatlán el batallón 27 de infantería ubicado, en El Ticuí, Atoyac, informó que como parte del operativo Guerrero I-2010 se efectuaron reconocimientos terrestres para aplicar la ley federal de armas de fuego y explosivos, sin embargo, en el comunicado publicado en la página electrónica se dijo que la ubicación de los plantíos de mariguana se hizo luego de “realizar reconocimientos aéreos”.
En el boletín “Soldados del Ejército Mexicano repelen agresión armada en Guerrero” se informó que luego de ubicar los sembradíos de mariguana, el día 16 de este mes, se procedió a destruirlos y que fue en ese momento cuando fueron agredidos por un grupo de hombres con armas de alto poder, por lo que tuvieron que responder al ataque.
Se informó que como resultado del “evento” falleció uno de los agresores, Jesús Torres Rosas, además de que se detuvo a Torres Quiroz y a Húber Vega Correa, a quienes les decomisaron cinco armas largas y tres cortas; en el reporte se informa uno de los delincuentes huyó.
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Detenidos en la sierra de Petatlán declaran en el juzgado de distrito en Acapulco
El Sur de Acapulco - 21 de Febrero, 2010
Aurora Harrison
Anselmo Torres Quiroz, abuelo del campesino ecologista de la Sierra de Petatlán Javier Torres y Húber Vega Coria, rindieron su declaración preparatoria en el Juzgado Segundo Distrito con sede en el puerto, donde negaron los hechos que se les imputan.
Los dos detenidos son procesados en la causa penal 23/2010-III y durante la diligencia estuvo el secretario de acuerdos del juez segundo, Alberto Ramírez Ruiz, el licenciado Alberto Rosales Flores, además de familiares del detenido Húber Vega.
Tanto Anselmo Torres como Húber Vega están internados en el penal de Las Cruces ya que se les acusa por los delitos de posesión de armas de uso exclusivo del Ejército, así como de siembra y cosecha de droga, como también de delincuencia organizada.
En el reporte oficial del 35 Batallón de Infantería, se indica que los detenidos estaban en un plantío de mariguana y cuando los soldados llegaron, los campesinos les dispararon con rifles de alto poder entre los que menciona AK-47; repelieron la agresión y hubo un muerto, además encontraron varias armas, sin especificar de qué calibre.
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Nadie disparó contra los soldados, responde uno de los detenidos en la sierra de Petatlán
El Sur de Acapulco - 21 de Febrero, 2010
Redacción
“Es mentira lo que dicen los militares; nadie les tiró. Los soldados llegaron directo disparando. Los campesinos todos corrieron cuando los vieron, menos mi hijo Adolfo, que ahí cayó herido. Yo nomás escuché que los guachos dijeron: no corran hijos de la chingada”, dice el campesino Anselmo Torres Quiroz, detenido durante la incursión militar el martes en la sierra de Petatlán.
Anselmo Torres, de 80 años, vecino de La Morena, ayer fue recluido en la cárcel de Acapulco, junto con Huber Vega Coria, de 22 años, también arrestado en el campo, en el lugar conocido como La Barranca del Infierno, que son terrenos de cultivo de La Morena, y se localizan a dos horas de las viviendas de esta población, y a la misma distancia de Las Humedades.
En ese lugar, cerca del medio día del martes, los soldados mataron a Adolfo Torres Rosas, de 26 años.
Anselmo Torres está acusado de que participó en un ataque armado contra los soldados, cuando estaba en un sembradío de mariguana. Por eso, fue consignado a un juez federal en Acapulco.
En entrevista, afirma que él no estaba armado, él no disparó. Pero cuando lo tuvieron cautivo, en la comunidad de Rancho Nuevo, en un campamento del Ejército, los militares le dieron una escopeta y lo obligaron a disparar dos veces, para después acusarlo.
También denuncia las torturas y tratos crueles a los que fue sometido cuando estuvo un día y medio en manos de los militares en la sierra. Estuvo ese tiempo tirado de panza, boca abajo, no le permitían levantar la cabeza ni moverse, cuando intentaba voltear para ver a su hijo muerto le pisaban la nuca con una bota, y la primera vez que lo intentó le dispararon una ráfaga completa cerca de la cabeza, que no lo hirió pero lo dejó totalmente sordo de un oído y parcialmente del otro.
Anselmo Torres tenía 14 hijos, pero con Adolfo le han matado tres. Antes, Raymundo y Anselmo fueron asesinados por sicarios del ex alcalde de Petatlán, Rogaciano Alba Álvarez.
En entrevista habla de la incursión del Ejército, y a pregunta, dice que es mentira la declaración del comandante de la Novena Región Militar, general Jorge Enrique Garrido, de que los soldados fueron atacados por campesinos que estaban en un sembradío de amapola.
Cuenta que iba en un camino hacia el terreno donde trabaja, al medio día del martes, no llevaba ninguna arma, sólo una hamaca para descansar y un bule para tomar agua, cuando se encontró con los soldados.
“Me marcaron el alto en un pastizal donde ordeñamos vacas, enfrente de la puerta del corral que está dos horas de La Morena, en La Barranca del Infierno, que en los papeles se llama Monte Alto, cerca de Las Humedades. Ahí son tierras de mi hijo el que murió.
“Si encontraron armas es porque las sacaron de una casa, que es de mi hijo el que mataron los soldados, él las tenía ahí para su defensa, porque ahí ha llegado a atacarnos la gente de Rogaciano Alba.
“Alcé las manos arriba, dijeron que me bajara el pantalón, pasaron cuatro soldados muy agresivos, me agarraron y me llevaron como volando, de los dos sobacos, a la casa de mi hijo. Ahí vi cuando cayó mi hijo, me tiraron de panza, y no me dejaron voltear.
“Ahí cerca estaban mis otros hijos y tres muchachos que habían llegado de Zihuatanejo, porque querían cazar un jabalí. Uno de ellos se acercó a los soldados, porque sabía que no tenía culpa de nada, y también lo detuvieron y está aquí detenido conmigo.
“Mi hijo cayó en la zanja al lado de la casa, ya no lo vi cuando estaba muerto, ví que cuando cayó herido disparó un arma que llevaba –un cuerno de chivo– pero no disparó contra los soldados, disparó hacia arriba a un árbol, y vi como cayeron las ramas”.
“Después, cuando dispararon cerca de mi cabeza perdí los sentidos, y cuando regresé a mis cabales me llevaron a un plantío de mariguana con milpa, me sentaron en un tapanquito de palma, me pegaron en el pecho y me empujaron fuerte hacia las tablas. Un militar me quiso vendar la cara pero le dije que no. Me obligaron a agarrar una carabina del 12 y me hicieron disparar dos tiros.
“Después me regresaron para donde estaba mi hijo muerto. Me tiraron en el patio de la casa en el rayo del sol, todo el día, si me movía me daban una patada en la cabeza. Ahí llevaron a Huber y lo tiraron a la par. Llevaron una reata y nos maniataron de pies y manos. Pasamos todo el día y toda la noche, sin comer ni beber, boca abajo, llegaron con una reata y nos maniataron con la misma reata de pies y manos”.
“Al otro día en la mañana, los soldados tenían desconfianza porque creían que mis hijos les iban a caer. Me prestaron un radio y yo les hablé a mis hijos y les dije que no hicieran nada”.
“A las 2 de la tarde del miércoles bajó un helicóptero que nos llevó a Rancho Nuevo, nos volvieron a tirar de panza a la par. Al ratito me levantaron, me tomaron fotos y me regresaron y se trajeron a Huber y también le tomaron fotos por todos lados. Nos tiraron otra vez de panza, hasta que pasó un camión y nos llevaron a Zihuatanejo, con el agente del Ministerio Público”.