Si no cuidamos las tierras del campo así como establecer y proteger zonas ecológicas, el futuro del país sería literalmente un infierno. En Zihuatanejo tenemos que volver a establecer las zonas ecológicas, bajar los "paracaidistas" del los cerros del anfiteatro de la Bahía de Zihuatanejo, y reforestar las zonas afectadas. El cambio de uso de suelo que hizo la administracion de Amador Campos Aburto para permitir y "legalizar" las invasiones fue el acto más nocivo para el futuro de Zihuatanejo que ha hecho una administración municipal. El aval de Fibazi de las mismas invasiones ha contribuido al deterioro del medio ambiente así como el deterioro del bienestar general del municipio.
"Con desertificación, dos tercios del país: Conafor"
Estima que alrededor de 400 mil mexicanos migran al año del campo por ese fenómeno
Angélica Enciso - Periódico La Jornada, Viernes 18 de junio de 2010, p. 40
Alrededor de 400 mil mexicanos emigran cada año del campo debido a la desertificación, ya que la improductividad de las tierras ocasiona desnutrición, desempleo y miseria. Actualmente seis de cada 10 hectáreas tienen algún nivel de degradación que puede ir de leve a extrema, dice Juan Manuel Torres Rojo, director de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
En el contexto de la celebración del Día Mundial de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía, el funcionario explicó que dos terceras partes del suelo del país están degradadas. Agregó que en tres años de este gobierno se han recuperado 200 mil hectáreas.
Aseveró que las principales causas de la degradación de suelos son la deforestación por cambio de uso de suelo –hacia actividades agropecuarias– y el sobrepastoreo. Además, ese problema afecta a 86 por ciento de la superficie de agricultura de riego –alrededor de 8 millones de hectáreas– y 78 por ciento de la tierra de agricultura de temporal –19 millones de hectáreas–; “todo esto se traduce en baja producción agrícola”.
Actualmente 13 por ciento del territorio nacional es área desértica o rocosa, está abandonado o es improductivo, mientras que 23 por ciento mantiene actividades productivas, sin degradación aparente. El restante 64 por ciento tiene algún grado de desertificación. Puntualizó que hay 400 mil hectáreas, 0.2 por ciento del territorio nacional, que tienen condiciones extremas de desertificación, y las más afectadas son áreas donde hay ganadería.
Resumió que las consecuencias de la desertificación son la deforestación, el agotamiento de suelos, la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad, la migración y la pobreza. Subrayó que este proceso está vinculado con la pobreza, porque las parcelas dejan de ser productivas; hay estimaciones de que entre 300 mil y 400 mil personas abandonan el campo debido a que sus tierras están “en proceso de degradación o desertificación”.
La desertificación es un proceso de desgaste de las tierras y es la mayor manifestación de degradación del suelo. Se puede medir la riqueza del suelo si se toma una cucharada de ese material, ya que pueden encontrarse hasta 6 mil especies diferentes y más de un millón de bacterias. Además, tan sólo dos centímetros de suelo tardan hasta 500 años en formarse, indican datos de la Conafor.
Agrega que su formación es un proceso lento que depende de la actividad de la biodiversidad. Hay factores que afectan su calidad y salud, como las prácticas inapropiadas de cultivo o pastoreo, el desarrollo industrial y urbano. “Esto produce desprendimientos de tierra, erosión, contaminación y la pérdida de materia orgánica, repercutiendo en la productividad de los ecosistemas y la cantidad y calidad de los alimentos producidos.”
En conferencia de prensa, el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan Elvira Quesada, sostuvo que se debe acabar con la práctica maya de tumba-roza-quema y por ello se debe trabajar en el sur-sureste del país: Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas. Esa actividad, indicó, es inviable, porque ocasiona pérdida de suelo, de selvas, de biodiversidad, de agua y no genera producción eficiente.
Sostuvo que el cambio climático ha tenido un “efecto perverso” en bosques y selvas, ya que los periodos permanente de sequía y de altas temperaturas, ocasionan que se rompa el régimen normal de lluvias y esto no ayuda a la conservación de suelos.
A su vez, Arnau Peral, representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, recordó que de acuerdo con la Evaluación de Recursos Forestales 2010, que realiza la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, en las dos últimas décadas el país disminuyó su tasa de pérdida forestal de 0.50 a 0.24 por ciento, inferior al promedio que registran los países de América Latina, estimado en 0.46 por ciento.